Por: Irene Rodríguez
Desde que somos pequeñitas, la gente, la televisión, las revistas, incluso la propia familia nos fomenta el tipo de hombre al que debemos de aspirar, como debe de ser y lo perfecto que debe parecer.
Poco a poco nos vamos creando una imagen de un «ser inexistente» con una personalidad y apariencia perfecta, el hombre que toda mujer desea presumir y llevar por todos lados, con el cual, los padres y toda la familia quedarían sorprendidos.
Pero como dicen : «del plato a la boca se cae la sopa», la diferencia entre lo que decimos que tendremos y lo que encontramos en el mundo real es completamente diferente…
Entonces, ¿qué pasa cuando la fantasía no llega a convertirse en realidad?.
Conforme vamos creciendo ese “Príncipe Azul” u “Hombre Perfecto” va siendo modificado, dependiendo de las cosas que vayamos viviendo y es ahí cuando realmente empezamos a afinar a nuestro ideal de hombre. Desgraciadamente, siempre vamos a vivir cosas que no quisiéramos, las lecciones de la vida son para todos, eso, nos va formando y poco a poco esa imagen de hombre, empieza a cambiar.
Tal vez en un principio buscabas a alguien tan guapo como un modelo, o un creativo, o exitoso socialmente, que te ame por sobre todas las cosas, después, te das cuenta que ahora prefieres al hombre de negocios y poco más serio, con una agenda apretada pero que al final del día tú seas lo más importante y que te ame profundamente.
O quizá prefieres a un atleta, o un músico… cualquiera que sea tu ideal, conforme avanzas en la vida vas cambiando de opinión, ¡y está bien! porque si te das cuenta, al final, lo que todas buscamos siempre, es al hombre que nos ame por sobre todo, que te haga sentir que eres su prioridad, que siempre tendrá tiempo para ti, que te haga sentir segura y que siempre estará ahí, que te acepte como eres, con quien no tienes que pretender ser alguien más y que te sientes libre de mostrar tus virtudes y defectos… eso es lo que realmente buscamos.
Si te das cuenta, buscamos acciones, palabras, sentimientos, no apariencias, ni maneras de vestir, ni los mejores puestos en un trabajo o que sean dueños de compañías muy importantes, ni fama, o que tengan mucho dinero porque nada de esas cosas nos puede asegurar, que en su corazón … solo estés tu.
Hay que saber reconocer esos sentimientos y decidir, si lo que buscamos, es algo material que nos va hacer «felices» o, tener la persona que puede llenar nuestro corazón mas que nuestros ojos.